martes, 5 de agosto de 2008

Los 10 desafios de la madre moderna

Buscando información encontré algunos tips que nos sirven a las que queremos ser mamas modernas y no morir en el intento......

* Construir un espacio para el desarrollo en pareja

"¿Qué es ser una madre moderna?", se pregunta la siquiatra Mónica Bruzzone. Ella la define como una mujer con una vida propia, en que la maternidad ha pasado a ser una más de sus múltiples facetas: de ser sólo madre y dueña de casa, ahora también es trabajadora y participante activa de una constante interacción con otros.

La primera etapa de la maternidad, sin embargo, demanda una madre a tiempo completo, llevando a un segundo plano el desarrollo laboral y también el afectivo. Aquí es donde aparece el primer desafío, según la especialista: retomar la importancia de la pareja en sacar adelante un proyecto de vida que han comenzado juntos. Debe aprender a cuidarla, "pero no en el sentido de tomarle la mano y no dejar que mire para el lado. Es pensar en la relación, ponerle cabeza. Preguntarse: ¿cuándo fue la última vez que estuvimos solos?, ¿qué cosas gratas hacemos? Lo mejor que le puede pasar a un niño es que sus padres sean una pareja estable".

Cómo construir este espacio, si los dos trabajan a jornada completa y su tiempo de convivencia se remite a las noches y los fines de semana, es una tarea difícil. "La mujer tiene que ser creativa. Yo les propongo una idea: cuando un hijo vaya a una fiesta, en vez de mandar a un radiotaxi a buscarlo, ¿por qué no hacen hora yendo al cine, o van a tomarse un trago, y después pasan juntos a buscar al niño? Ése es un buen espacio para compartir. No tienen que ser grandes ni costosos panoramas".

No realizar este ejercicio trae consecuencias a corto plazo: "Los hombres lo sienten, lo viven como un abandono. Y eso tiene que ver con dos piedras en los zapatos de las mujeres: la falta de tiempo y la deuda de estar todo el día fuera de la casa, una culpa que ellas sienten que pagan mucho más los hijos que la pareja. Pero la vida en pareja es tan importante como la de los hijos, porque todo en la vida es más fácil de a dos. Las mujeres que crían solas a sus hijos llevan una tremenda carga sobre sus hombros, que va mucho más allá de tener que mantenerlos", asegura Mónica Bruzzone.

* Lograr comprometer a la familia en ser moderna

"No se puede ser mamá moderna en una familia no moderna", sentencia la sicóloga Isidora Mena. Ninguna mujer puede aspirar a cumplir bien su rol si su marido y sus hijos la demandan como si el 100% de su vida girara en torno a la casa y las labores domésticas. Por eso, el desafío de esta mujer "es conversar con su marido cuál será la estructura familiar, ver quién hace qué cosa, que todos asuman responsabilidades. Es absolutamente equivocado tratar de ser una mamá moderna cuando el marido le pide que le sirva la comida y le traiga las pantuflas, porque entonces se va a producir una batalla campal. En vez de mamá moderna, ésa va ser una mamá estresada".

En este estancamiento, Isidora Mena achaca cierta responsabilidad a las propias mujeres, a quienes aún les falta trabajar con sus familias y con ellas mismas para cambiar el paradigma. "Esto no es llegar y cambiar el sistema. Las mujeres aún tenemos inmadurez en este punto: no hemos aprendido a delegar lo suficiente, tendemos a usar el mismo esquema con el marido e hijos que cuando no trabajábamos. Entonces trabajamos por dos, andamos estresadas, no usamos bien el tiempo y terminamos victimizándonos. Las mujer tiene mucho poder en la casa, y si empieza a trabajar tiene que delegar ese poder, no sólo tenerlo ella".

* Aprovechar bien el tiempo

Muchas mujeres sienten que el poco tiempo que les queda no pueden invertirlo en sus hijos, más aun si no tienen ayuda en las labores domésticas. Aflora en ellas el sentimiento de que no están ahí cuando las necesitan; que el reducido momento que comparten lo usan para regañarlos más que para afianzar la relación.

¿Cuánto tiempo debería dedicarse a los hijos? "Se sabe que entregarles mucho no es bueno, porque los satura y les coarta la autonomía", sostiene la sicóloga Isidora Mena. "Pero también la calidad de ese tiempo tiene que ver con la cantidad, y ésta, aunque varía según la edad del niño, nunca es el mínimo. Pero con las condiciones laborales de este país, eso es lo que al final se entrega".

Para lograr maximizarlo, hay que ocupar el tiempo en conocer profundamente al hijo. "No es que uno se ponga a escuchar la música que ellos escuchan, pero hay que saber de qué se trata. El acercamiento madre-hijo es un vínculo que se crea desde que se sale del posnatal y se vuelve a trabajar. Por eso, hay que preocuparse más de ellos el fin de semana, y menos de que todo esté limpio y perfecto", enfatiza Mónica Bruzzone.

Pero tampoco hay que caer en el error de convertir estos espacios en un momento de evasión de conflictos y endiosamiento del niño, herramienta que muchas madres ocupan para calmar la culpa que sienten. "Es inevitable que se produzcan roces: que apaga la tele, que lávate los dientes, que estás castigado por no hacer las tareas... Eso no es una pérdida de tiempo, es precisamente parte de la crianza, porque la frustración es necesaria para el desarrollo de los hijos: fortalece el yo, se aprende a postergar el deseo y a tolerar la incertidumbre".

* Establecer rutinas dentro del hogar

Una forma de afianzar la relación filial y darse el tiempo para conocer a los hijos es establecer rutinas entre ambas partes. Una de las más importantes y recomendadas, sugiere la siquiatra Mónica Bruzzone, es que todos coman juntos en la noche, "aunque uno esté muy cansada o haya tenido un día fatal. Eso no importa. Se come todos los días juntos y punto. Hay que tener una hora de comida en que todos se sienten, donde todos se enteren de lo que le pasó al otro durante el día. Debe ser una hora apropiada para que los niños se puedan acostar a una hora razonable". Reconoce también que es uno de los desafíos más difíciles de cumplir por parte de las mujeres. "Es mucho más fácil que la nana le dé comida a los niños, los deje bañados y uno los vea acostados. Pero el costo emocional para ellos es tremendo".

Isidora Mena también recomienda tener rutinas de contacto durante el día, como llamarlos desde la oficina a una hora determinada para preguntarles cómo están, si necesitan algo, enviarles un beso, pero no para intentar solucionar los problemas a distancia. "No hay que llamar para que la nana o la abuela acuse al niño y ella tenga que retarlo por teléfono. Eso se conversa en la casa", puntualiza. En los niños más chicos, además, este contacto a distancia es indispensable. "Hay que hacerse presente, llamar hasta al más chico, aunque aún no sepa hablar, para que escuche la voz de la mamá. Con ellos no hay que perder el contacto, porque lo que no ven, no oyen o no tocan, para ellos no existe", advierte Mónica Bruzzone.

* No delegar lo indelegable

"Parece obvio, pero no lo es. No se puede delegar la construcción de la relación madre e hijo, que pasa por conversar, por conocerlo, por saber qué es lo que le pasa, por enseñarle cosas, por contarle cosas de uno", dice Isidora Mena. Por eso, hay actos que la madre debe tratar de no postergarlos ni encomendárselos a otras personas.

El principal, según la especialista, es amamantar, y tratar de seguir haciéndolo aún después del período del posnatal. Pero también hay otras instancias, especialmente cuando los niños son más chicos, que hay que saber aprovechar para estrechar el vínculo. "El período de lactancia es súper importante para el apego de la madre y el hijo. Aunque la madre no pueda darle pecho, es importante que le dé mamadera, que lo acurruque, que le saque los flatitos, lo haga dormir. Que eso no lo haga otra persona, porque es durante la primera infancia cuando se produce el principal vínculo de apego, de autoestima y de querer y respetar al otro. Mudar a la guagua se puede delegar, pero también conlleva otros gestos de cariño, de sobarle la guatita, de pasarle el algodón suavecito, que son importantes que lo haga la madre y no otra persona".

* No aspirar a la perfección

"Una mamá que aspira a la perfección está fregada", dice Mónica Bruzzone, y acuña el término del sicoanalista y pediatra Donnald Winnicot para graficar cuál es el desafío de las madres modernas: "Aspirar a ser suficientemente buena, una mamá que no aspira a ser perfecta, que acepta sus limitaciones y se piensa a sí misma con su hijo. Es una madre que está disponible para él, pero no de forma incondicional, sino que es capaz de poner límites y decir ahora me toca a mí". Es una madre que tolera que el hijo se enoje con ella, que no le da en el gusto en todo. Por ejemplo, no les hace las tareas a sus hijos, sino que les enseña a organizarse y a que desarrollen su autonomía, y les ayuda en esa búsqueda. Pero si tienen una duda, tampoco les dicen pero si usted es inteligente, estudie, sino que les abren la mente".

La madre ideal existe sólo en los cuentos, y así lo entienden también los hijos. "Ellos buscan esencialmente sentir que su mamá se preocupa por ellos y los quiere. No importa que lo haga mal en aspectos formales. Sí que sea capaz de contener sus ansiedades", apunta Isidora Mena.

* No abandonarlos por el trabajo

Ambas especialistas coinciden en que una madre debe evaluar muy bien su salida del hogar, si lo hace por necesidad, por desarrollo personal o por una presión social detrás. También debe ser capaz de poner límites a su jornada laboral, de tal forma que ésta no termine absorbiéndola en desmedro de su pareja e hijos. Isidora Mena ejemplifica: "Si una mujer trabaja sin límites para tener dos televisores en vez de uno, el riesgo de dejar abandonados a sus hijos es grande. Y si la mamá les falla, el resultado puede ser terrible: los niños comienzan a reaccionar con rebeldía, se portan pésimo en la casa, de tal forma que la mamá no sabe cómo podrá seguir trabajando. También les va muy mal en el colegio. Todos esos son mensajes para decirle a la mamá que vuelva a la casa".

* Dejar atrás las culpas

Una gran parte de las mujeres, en mayor o menor grado, siente culpa por salir a trabajar, por no poder compartir a tiempo completo con sus hijos, por llegar cansada en la noche muchas veces sin la paciencia ni el ánimo para atenderlos. El desafío, según las especialistas, no es acabar con la culpa, sino transformarla de persecutoria a reparatoria.

Explica Mónica Bruzzone: "La culpa persecutoria hace que la madre encuentre todo malo, que diga mi situación es terrible, dejé a los niños botados, les pueden pasar cosas espantosas. Esa mamá llega a la casa y los niños se convierten en su principal amenaza, porque le recuerdan la culpa. En cambio, si uno siente culpa reparatoria, igual se siente culpable, porque le habría gustado estar con los niños, pero no lo toma tan terrible, porque sabe que no los ha dejado botados, se preocupa desde que se tomen su leche todos los días hasta de formarles hábitos".

"Si sientes en el fondo de tu corazón que no tienes que trabajar, no lo hagas", agrega Isidora Mena. "Si uno se siente culpable es terrible, porque hace mil cosas para compensar: sobreprotege, regala cosas, y eso lleva a deteriorar la relación madre-hijo".

* Desarrollar una vida propia

Uno de los desafíos clave para dejar de lado la culpa es, precisamente, algo que en muchas mujeres aumenta este sentimiento: darse un tiempo para sí misma. Un espacio que, según Mónica Bruzzone, es fundamental para la salud mental de la madre, y a la larga también de los hijos.

Que la madre pueda darse un momento de distensión le permite cambiar el switch y bajar la tensión que le produce su rol en el trabajo y con sus hijos, frente a los cuales siente que no puede mostrarse débil. "La mujer debe darse ese tiempo para desarrollar su lado lúdico, juntarse con las amigas a tomarse un café. No todos los días, pero sí por lo menos una vez al mes, y avisarle al marido para que llegue más temprano, o, si no existe marido, hablar con una hermana, una abuela, para que cuide a los niños. Lo importante es que no se prive de algo que también necesita".

Para la mujer es de vital importancia sentirse acogida dentro de un grupo de pares. "Para los niños ella tiene que ser grande, responsable, consecuente, eficiente, cariñosa, pero, ¿cuándo es chica ella? ¿en qué lugar se puede reír de una lesera? Todo lo que es bueno para ella también es bueno para los hijos; si no, la vida se hace muy fome".

* Reencantarse con la familia y con ellas mismas

No es que la mujer moderna se haya desencantado con la maternidad; sí lo ha hecho con las condiciones en que debe desarrollarla, en un contexto en que muchas veces no recibe apoyo del resto de los miembros de la familia, ni menos de la sociedad, donde las leyes laborales no favorecen ni estimulan un espacio para que la mujer pueda dedicarse a la crianza de los hijos.

Tanto Isidora Mena como Mónica Bruzzone coinciden en que si hay alguien con quien se desencantan las madres es con ellas mismas, porque sienten que no pueden cumplir con las expectativas que se han forjado. Como resultado, acota Isidora, "les baja la autoestima, trabajan mal, deprimidas y enojadas con ellas mismas. Sienten lata de ir al trabajo y muchas contradicciones internas".

Todo esto es producto de su ansiedad por la perfección. Por eso, más que aspirar a la familia perfecta, hay que reencantarse con lo que se ha logrado y con lo que aún se puede hacer en cada día. Mónica Bruzzone es muy clara cuando sentencia que el desencantamiento tiene como causa la intolerancia: "La maternidad por sí no desencanta; basta ver a las madres adolescentes - el escenario, creo yo, donde la maternidad se da en condiciones más adversas- , que, si son contenidas y apoyadas por otras mujeres más grandes, pueden llegar a ser muy felices. No es ser mamá ni la exigencia de la maternidad lo que cansa; es la exigencia de la perfección lo que hace que la mujer se desencante. Así, también puede ser un cacho la pareja, el trabajo... Todo es un cacho si yo quiero que resulte top one".

Fuente: El Mercurio, Chile / MujerNueva.org

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